viernes, octubre 09, 2009

Los tiempos del Nobel

El Colombiano. Jueves 8 de octubre de 2009

Por estos días se deciden cada año las nuevas designaciones de los Premios Nobel. Tomemos por caso el de medicina, otorgado el pasado lunes 5 de octubre a tres biólogos estadounidenses – Elizabeth Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak- por sus investigaciones sobre la telomerasa, una enzima directamente relacionada con los cromosomas del envejecimiento, y que en los términos alquimistas de la búsqueda del elixir de la eterna juventud revive en pleno siglo XXI el mito de la inmortalidad.

Más allá del folclor alquimista que pueda desatarse con el tema, estas investigaciones revelan tener una importancia especial en los trabajos actuales que buscan prevenir la expansión de células cancerosas. Aunque, tal como lo declaran los investigadores, no hay medicamentos o tratamientos en el horizonte cercano, las compañías farmacéuticas siguen su trabajo de cerca con miras a la posible explotación comercial de estos resultados.
Escuchando una entrevista con los investigadores llaman la atención algunas de las observaciones hechas sobre el marco de tiempo en el que se ha desatado este reconocimiento. Las edades de estos tres investigadores están entre 48 y 61 años. El premio lo reciben por un trabajo iniciado hace ya más de 25 años, y su aplicación práctica no es todavía una realidad. En palabras de uno de los investigadores lo que el premio destaca es el reconocimiento a la importancia de la investigación básica que puede desembocar muchos años más tarde en aplicaciones prácticas. Una muestra de cómo funcionan, en general, para la academia que otorga el premio lo que bien podría denominarse ‘los tiempos del Nobel’. Valga señalar que esta distinción corresponde al 100º galardón de Medicina.
Algo parecido, con referencia a esta hipótesis de los tiempos, ocurrió con el único Premio Nobel, en la categoría de literatura, que ha recibido Colombia en cabeza de Gabriel García Márquez. Nacido en 1927, Gabo fue premiado en 1982, a sus 55 años de edad, en reconocimiento especial a su obra maestra Cien años de soledad publicada en 1967. Una obra que vio la luz 15 años antes del galardón, pero que realmente comenzó a ser concebida por su autor varios años más atrás en el tiempo.
El mensaje es que para lograr éste tipo de reconocimientos del más alto nivel hay que tener presente que la inversión debe ser de largo plazo, cronometrada por un reloj cuyos punteros marcan décadas y años. No hay porque descartar el que Colombia obtenga algún día un Premio Nobel en alguna de las categorías de ciencias. Para ello se requiere avizorar un horizonte con un sólido sistema de ciencia, tecnología e innovación; y, sobre todo, con un robusto sistema de educación que posea un compas propio según se requiere para estar en sincronía con ´los tiempos del Nobel’.

Una vecindad que se transforma

Gente Envigado - septiembre 26 de 2009
Avecindado en la Loma del Escobero por algo más de 15 años, percibía entonces en esta vía un aire de pasado. Una carretera sin salida que en los altos era camino de arriería, y por donde aún transitaban ejemplares de la flota cagajón. Restos de fondas montañeras a lado y lado de la calle resistiéndose a lo imperioso del pavimento. Más arriba un pequeño monasterio incrustado entre neblinas.

El presente trajo sus cambios. La calle se transformó en arteria con salida hacia el Retiro. En el orden natural de las metamorfosis el convento se volvió colegio. Curiosamente, y como mata de escoba que retoña, también aparecieron otras instituciones educativas en la vía. Multiplicidad de guarderías, escuelas y colegios. La educación como insignia alternando entre campiñas y entre las sombras de las fondas.
El futuro es caprichoso. El tráfico vehicular es como un río que moldea sus vertientes. Las instituciones educativas han ido cediendo su espacio a sitios de esparcimiento. A lado y lado de la vía estaderos que en las noches acallan su silencio. Ahí están los referentes del mañana. ¿Una vía como las Palmas? ¿Cuánto más nos queda de vecindad?