Universidades de tercera generación
Portafolio. Año 14. Número 3092. Pp. 31. Miércoles 9 de septiembre de 2008.
En medios académicos se habla de una nueva concepción de Universidad: la de Tercera Generación o 3GU (por sus siglas en inglés – Third Generation University). Esta denominación específica la escuché en boca del doctor Hans Wissema, experto holandés en temas de estrategia y cultura del cambio. Cuando oía su disertación pensé en el conocido modelo del Triángulo de Sábato. Tal vez más de lo mismo, pensé en principio. Sin embargo, las tendencias en el contexto actual parecen señalar algo distinto en este nuevo rumbo.
Cambio de orientación, de misión. De la universidad que profesionaliza, basada en docencia, haciendo tránsito por la universidad con investigación, se pasa a una universidad que acomete, además, tareas de investigación aplicada a través de fuertes alianzas con las empresas. La universidad le juega, así, a ser la oficina, el outsorcing, de Investigación y Desarrollo (R&D) a diversos sectores empresariales. La universidad en red, de manera extendida, con otras universidades, con las empresas, con el estado, y con el sector financiero. Cambio de misión que trae consigo una transformación en sus fuentes de financiación.
Cambio de contexto. Una globalización mediada, cada vez más, por la tecnología. Se acaban las parroquias. La universidad poniéndole el pecho, conocimiento y tecnología, a la dura competencia del mercado. Competencia de las universidades por los mejores estudiantes. Competencia de las empresas por los mejores profesionales. Competencia de unos y otros por los mejores contratos de investigación. Plaza de mercado del conocimiento. Y en ella la universidad como centro de pensamiento de los grandes corredores de la tecnología; una universidad cada vez más instalada en el mercado de la red.
Cambio de propósitos. El conocimiento como mercancía del cual la universidad puede lucrarse. Además de contar con el activo intelectual de su recurso humano, la universidad se hace co-propietaria de los activos que se derivan de la propiedad intelectual que produce su comunidad académica. La Universidad también se hace empresaria. Emprende spin-offs, y actúa como techno starter. Se le mide al emprendimiento y a la incubación de nuevas empresas. La universidad como un instrumento directo de crecimiento económico.
Se sienten estos aires de cambio. Es notorio el incremento en la colaboración de las universidades con empresas basadas en tecnología en contextos globalizados. Es evidente como la investigación que hacen las universidades se desarrolla, cada vez con mayor frecuencia, conformando equipos interdisciplinarios enfocados en áreas específicas, también en contextos globales. Quizás lo más destacado sea el hecho de que, además de formar e investigar, la universidad está apropiando la función de la explotación comercial del conocimiento creado en sus claustros. En suma, verdaderos aires de cambio. Y, en sintonía con ellos, cambio de modelo. Nuevas estructuras académico administrativas a tono con esta nueva concepción de Universidades de Tercera Generación.
Cambio de orientación, de misión. De la universidad que profesionaliza, basada en docencia, haciendo tránsito por la universidad con investigación, se pasa a una universidad que acomete, además, tareas de investigación aplicada a través de fuertes alianzas con las empresas. La universidad le juega, así, a ser la oficina, el outsorcing, de Investigación y Desarrollo (R&D) a diversos sectores empresariales. La universidad en red, de manera extendida, con otras universidades, con las empresas, con el estado, y con el sector financiero. Cambio de misión que trae consigo una transformación en sus fuentes de financiación.
Cambio de contexto. Una globalización mediada, cada vez más, por la tecnología. Se acaban las parroquias. La universidad poniéndole el pecho, conocimiento y tecnología, a la dura competencia del mercado. Competencia de las universidades por los mejores estudiantes. Competencia de las empresas por los mejores profesionales. Competencia de unos y otros por los mejores contratos de investigación. Plaza de mercado del conocimiento. Y en ella la universidad como centro de pensamiento de los grandes corredores de la tecnología; una universidad cada vez más instalada en el mercado de la red.
Cambio de propósitos. El conocimiento como mercancía del cual la universidad puede lucrarse. Además de contar con el activo intelectual de su recurso humano, la universidad se hace co-propietaria de los activos que se derivan de la propiedad intelectual que produce su comunidad académica. La Universidad también se hace empresaria. Emprende spin-offs, y actúa como techno starter. Se le mide al emprendimiento y a la incubación de nuevas empresas. La universidad como un instrumento directo de crecimiento económico.
Se sienten estos aires de cambio. Es notorio el incremento en la colaboración de las universidades con empresas basadas en tecnología en contextos globalizados. Es evidente como la investigación que hacen las universidades se desarrolla, cada vez con mayor frecuencia, conformando equipos interdisciplinarios enfocados en áreas específicas, también en contextos globales. Quizás lo más destacado sea el hecho de que, además de formar e investigar, la universidad está apropiando la función de la explotación comercial del conocimiento creado en sus claustros. En suma, verdaderos aires de cambio. Y, en sintonía con ellos, cambio de modelo. Nuevas estructuras académico administrativas a tono con esta nueva concepción de Universidades de Tercera Generación.