Empatía Institucional
Por: Félix Londoño G.
Portafolio. Año 13 Número 2522. 24 de octubre de 2006. Pp. 27
La empatía se define como la participación afectiva, y por lo común emotiva, de un sujeto en una realidad ajena. La empatía se da en tanto se es capaz de ponerse en la situación de los demás. Está claro que la definición se refiere a los sujetos, pero en ella subyace la existencia de una comunidad de sentimientos. ¿Es posible extender este concepto a las instituciones? ¿Podríamos, por ejemplo, hablar de empatía empresarial? Propongo que sí, que consideremos el uso del término en un contexto más amplio, que hablemos de ‘empatía institucional’.
No es gratuito que en muchas empresas, hablando de clima laboral, sean comunes expresiones como ‘nuestros empleados manifiestan un alto grado de pertenencia’ o, ‘a diestra y siniestra se percibe que tienen muy bien puesta la camiseta’. Expresiones como éstas son muestra de que en esa empresa hay una participación afectiva de sus empleados, una filiación emotiva de su parte con los propósitos institucionales de la empresa. Los empleados se han puesto en la situación de esa realidad visionada por la alta dirección de la empresa. ¿Cómo no hablar en casos como éste, en el que se logra construir una clara comunidad de sentimientos entre los empleados de la empresa, de una bien lograda empatía institucional?
El término también es extensible al hablar de las relaciones que se construyen entre las empresas. Se puede valorar y trabajar por construir una buena empatía institucional al considerar la buena o regular relación que se tiene, por ejemplo, con los proveedores de la empresa. Igualmente con los clientes. Como empresas, todos los días somos valorados en nuestra capacidad de participar de manera afectiva en la construcción de sus realidades. El mayor o menor grado de empatía institucional define también la manera como se van desarrollando y construyendo día a día las redes empresariales. En el fondo, las fusiones, las alianzas estratégicas y todas las diversas y novedosas modalidades de relación e interacción empresarial no son más que resultado de un mayor o menor grado de participación afectiva de cada una de las empresas involucradas en la realidad de las otras.
Podríamos por lo tanto extender la definición de empatía, referida a los sujetos, a empatía institucional, referida a las empresas, y de manera general a las instituciones. En este caso diríamos que la empatía institucional es la participación afectiva de una institución en la realidad de las otras instituciones con las que interactúa y participa en el proceso diario de construcción de su propia realidad. Aclarando que, como en el caso de los sujetos, en los que en primera instancia se deben afecto a sí mismos, la empatía institucional debe comenzar por casa. Se requiere por lo tanto, como ya se señaló, que dentro de la institución exista una filiación afectiva de sus empleados con los propósitos institucionales, con la institución misma.