Vidas empresariales
Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13 Número 2655. pp. 30. 28 de marzo de 2007.
Portafolio. Año 13 Número 2655. pp. 30. 28 de marzo de 2007.
Mirado en un primer plano la empresa es una, y se consolida como tal en la concreción de su marca. En la mirada que escudriña a través de la cerradura se revela que las empresas tienen sus variadas vidas entretejidas en un juego pentavalente. Cinco vidas que se complementan, pero que en tensión bien podrían comprometerse unas con otras afectando de paso la marca, y llegando a poner en riesgo el futuro mismo de la empresa.
La arista más visible lleva por nombre, en consonancia, el de ‘vida pública’. Es la imagen que se vende de la compañía, y, tal cual es, esta cara pública está presente en cada una de las acciones que de manera intencionada se acometen con el propósito de posicionar los productos o servicios que se ofrecen. La vida pública se hace visible con el mercadeo, en la voz de sus empleados y en la solidez y cualidad de sus productos y servicios.
La empresa también tiene su contraparte a lo denominado como público. Se trata de la ‘vida privada’. Es aquella que transcurre de puertas para adentro en el día a día. Conversaciones internas que van y vienen entre sus empleados, y que dan lugar a la materialización de todos los procesos y procedimientos que allí ocurren, y con los cuales se realiza su razón de ser, su negocio. Ya sabemos de la tensión entre lo público y lo privado. La frontera ha de estar lo tan suficientemente definida, tal que pueda asegurarse el cumplimiento del dicho de que “la ropa sucia se lava en casa”.
En el umbral, más allá de lo público y lo privado, aflora la tercera vida, la ‘vida referida’. ¿Cómo nos ven los otros: nuestros clientes, nuestros proveedores, nuestra competencia y todos aquellos con quienes nos relacionamos por razón de nuestro negocio? Esta vida referida, en la arista del imaginario colectivo, resulta finalmente ser también una vida definitiva. No podemos olvidar que el significado está finalmente más del lado de quien escucha que de quien habla.
Hay también para las empresas una ‘vida soñada’. En buena medida en la conjunción de las vidas anteriores se realiza la misión de la empresa. Más allá de esta misión está el sueño de la visión. En principio en cabeza de sus directivos, pero cada vez toma mayor fuerza el que esa visión, la de la ‘vida soñada’, se convierta en un ideal colectivo compartido por todos los empleados de la compañía.
Finalmente, en los extramuros de la vida privada podemos también hablar, en ocasiones, de una ‘vida secreta’, casi siempre en la frontera de lo ilegal: las dobles contabilidades, los negocios camuflados y las lavanderías fantasmas. Con frecuencia es también la vida secreta de un alto directivo la que se torna fuente del más ominoso escándalo empresarial. Hecha pública la vida secreta, bajo el efecto del denominador común, ésta muy bien puede tornarse en tabula rasa dando al traste con la existencia misma de cualquier compañía.
La arista más visible lleva por nombre, en consonancia, el de ‘vida pública’. Es la imagen que se vende de la compañía, y, tal cual es, esta cara pública está presente en cada una de las acciones que de manera intencionada se acometen con el propósito de posicionar los productos o servicios que se ofrecen. La vida pública se hace visible con el mercadeo, en la voz de sus empleados y en la solidez y cualidad de sus productos y servicios.
La empresa también tiene su contraparte a lo denominado como público. Se trata de la ‘vida privada’. Es aquella que transcurre de puertas para adentro en el día a día. Conversaciones internas que van y vienen entre sus empleados, y que dan lugar a la materialización de todos los procesos y procedimientos que allí ocurren, y con los cuales se realiza su razón de ser, su negocio. Ya sabemos de la tensión entre lo público y lo privado. La frontera ha de estar lo tan suficientemente definida, tal que pueda asegurarse el cumplimiento del dicho de que “la ropa sucia se lava en casa”.
En el umbral, más allá de lo público y lo privado, aflora la tercera vida, la ‘vida referida’. ¿Cómo nos ven los otros: nuestros clientes, nuestros proveedores, nuestra competencia y todos aquellos con quienes nos relacionamos por razón de nuestro negocio? Esta vida referida, en la arista del imaginario colectivo, resulta finalmente ser también una vida definitiva. No podemos olvidar que el significado está finalmente más del lado de quien escucha que de quien habla.
Hay también para las empresas una ‘vida soñada’. En buena medida en la conjunción de las vidas anteriores se realiza la misión de la empresa. Más allá de esta misión está el sueño de la visión. En principio en cabeza de sus directivos, pero cada vez toma mayor fuerza el que esa visión, la de la ‘vida soñada’, se convierta en un ideal colectivo compartido por todos los empleados de la compañía.
Finalmente, en los extramuros de la vida privada podemos también hablar, en ocasiones, de una ‘vida secreta’, casi siempre en la frontera de lo ilegal: las dobles contabilidades, los negocios camuflados y las lavanderías fantasmas. Con frecuencia es también la vida secreta de un alto directivo la que se torna fuente del más ominoso escándalo empresarial. Hecha pública la vida secreta, bajo el efecto del denominador común, ésta muy bien puede tornarse en tabula rasa dando al traste con la existencia misma de cualquier compañía.