viernes, marzo 30, 2007

Vidas empresariales

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13 Número 2655. pp. 30. 28 de marzo de 2007.


Mirado en un primer plano la empresa es una, y se consolida como tal en la concreción de su marca. En la mirada que escudriña a través de la cerradura se revela que las empresas tienen sus variadas vidas entretejidas en un juego pentavalente. Cinco vidas que se complementan, pero que en tensión bien podrían comprometerse unas con otras afectando de paso la marca, y llegando a poner en riesgo el futuro mismo de la empresa.

La arista más visible lleva por nombre, en consonancia, el de ‘vida pública’. Es la imagen que se vende de la compañía, y, tal cual es, esta cara pública está presente en cada una de las acciones que de manera intencionada se acometen con el propósito de posicionar los productos o servicios que se ofrecen. La vida pública se hace visible con el mercadeo, en la voz de sus empleados y en la solidez y cualidad de sus productos y servicios.

La empresa también tiene su contraparte a lo denominado como público. Se trata de la ‘vida privada’. Es aquella que transcurre de puertas para adentro en el día a día. Conversaciones internas que van y vienen entre sus empleados, y que dan lugar a la materialización de todos los procesos y procedimientos que allí ocurren, y con los cuales se realiza su razón de ser, su negocio. Ya sabemos de la tensión entre lo público y lo privado. La frontera ha de estar lo tan suficientemente definida, tal que pueda asegurarse el cumplimiento del dicho de que “la ropa sucia se lava en casa”.

En el umbral, más allá de lo público y lo privado, aflora la tercera vida, la ‘vida referida’. ¿Cómo nos ven los otros: nuestros clientes, nuestros proveedores, nuestra competencia y todos aquellos con quienes nos relacionamos por razón de nuestro negocio? Esta vida referida, en la arista del imaginario colectivo, resulta finalmente ser también una vida definitiva. No podemos olvidar que el significado está finalmente más del lado de quien escucha que de quien habla.

Hay también para las empresas una ‘vida soñada’. En buena medida en la conjunción de las vidas anteriores se realiza la misión de la empresa. Más allá de esta misión está el sueño de la visión. En principio en cabeza de sus directivos, pero cada vez toma mayor fuerza el que esa visión, la de la ‘vida soñada’, se convierta en un ideal colectivo compartido por todos los empleados de la compañía.

Finalmente, en los extramuros de la vida privada podemos también hablar, en ocasiones, de una ‘vida secreta’, casi siempre en la frontera de lo ilegal: las dobles contabilidades, los negocios camuflados y las lavanderías fantasmas. Con frecuencia es también la vida secreta de un alto directivo la que se torna fuente del más ominoso escándalo empresarial. Hecha pública la vida secreta, bajo el efecto del denominador común, ésta muy bien puede tornarse en tabula rasa dando al traste con la existencia misma de cualquier compañía.

lunes, marzo 26, 2007

Este mundo de palabras

Por: Félix Londoño G.
El Colombiano - Generación. Página 13. Domingo 25 de marzo de 2007.


“…amo tanto las palabras…”
Pablo Neruda (Confieso que he vivido)


¿Cómo y cuándo surge esa primera palabra usada para bautizar a la primera cosa nombrada? Nombradas ya algunas cosas, tal vez muchas cosas, ¿cuándo y cómo surge ese vocablo palabra con el que se nomina ese universo de nombres dados a las cosas? En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. ¿En que momento nombró Dios a lo creado? ¿Ante quien las nombró? Y esos nombres, ¿cuándo y cómo se hicieron verbo entre nosotros?

El vocablo palabra, la palabra palabra, término, voz, signo. Tal vez primero fuera parábola: un universo de sentido junto al objeto nombrado. Hoy, a la manera de dioses terrenales, vamos dotando también con sus nombres a la miríada de cosas inventadas. Tantas palabras como cosas reales, ideadas e imaginadas; y, para no olvidarlas, las vamos consignando una a una, desde la A hasta la Z, en diccionarios y enciclopedias.

Maná, manjar milagroso que brotando de nuestras bocas se quita o se regala: me empeño en la fe y te doy mi palabra. Pido la palabra, concedo la palabra, retiro la palabra, empeño la palabra y hago uso de la palabra. Es un hombre de palabra, cumplirá su palabra: palabra de hombre, palabra de honor. ¡Esas son palabras mayores! Hay la palabra dulce que enamora, rindiendo a tus pies ese objeto de deseo. Pero hay de la palabra pesada que injuria e hiere con el filo de su hoja. Hay también palabras picantes, palabras gruesas, palabras delgadas, palabras mágicas, palabras santas y, entre otras tantas, también hay palabras de doble sentido, palabras ociosas y palabrejas. Ah, y hay niños y también adultos palabrosos. Tantos vocablos como propósitos, enmiendas, alegrías y duelos. Queriendo ser precisos declaramos que en una palabra, en dos palabras o en pocas palabras, en un instante, haremos un breve tránsito por la palabra.

Corren las palabras de torreón en torreón, pero cuando la cascada de palabras se torna turbia, faltamos a la palabra, ahorramos palabras, y hasta juramos: palabra, palabra que sí. Se nos escapa la palabra y a veces no entendemos ni media palabra. Decimos no tener palabras hechas, y las cuentas de nuestro rosario de palabras resbalan por el agrio aliento de nuestras bocas. Así, tal vez nos quedemos en silencio, en espera paciente, hasta que las palabras vuelvan a vestir de seda, paño o dril nuestros afectos.

Es en la palabra que surge el verso, y es también con la palabra que se inventa la tragedia, la epopeya y la comedia. Es corta y certera la palabra en el cuento y más llana y extendida la palabra en la novela. Igual, con la certeza de Pessoa, no somos más que “cuentos de cuentos contando cuentos, nada”; palabras de puro cuento. En la palabra, ante los otros, somos cuerdos, locos, neuróticos…esquizofrénicos. Entretenemos con la palabra y dejamos a alguien con la palabra en la boca. Cruzamos palabras y a veces hasta dejamos de dirigirnos la palabra. Sí, vivimos en este palabreo hasta que, cual reos en el cadalso, mascullamos nuestra última palabra en presencia de la parca.

miércoles, marzo 21, 2007

7PM: séptimo programa marco de la Unión Europea

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13 Número 2649. pp. 30. 21 de marzo de 2007.

Ocupando la ciencia uno de los capítulos de Visión Colombia II Centenario: 2019, resulta oportuno considerar la manera como en otras latitudes se vienen estructurando sus respectivos programas de investigación para los años venideros. Destaca, entre otros, el Séptimo Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico que ha sido presentado como el principal instrumento de la Unión Europea para financiar la investigación en el viejo continente en la vigencia 2007-2013, y que contempla ejecutar el nada irrisorio presupuesto de 50.500 millones de euros.

Llama la atención la manera como el programa hace énfasis en sus beneficiarios. Siendo el primero, como es natural, la UE en su conjunto, pero destacándose la manera directa como el mismo promete contribuir al bien-estar de sus ciudadanos. Se realza también la forma como han de beneficiarse los investigadores, que en el contexto de este plan configuran la más valiosa casta de profesionales. La industria, y haciendo énfasis en las PYME, figura igualmente como una de las principales favorecidas con la agenda. En su conjunto el programa apunta a un bienestar social fundado en el concepto de la bioeconomía.
El programa contiene 5 módulos. El primero de ellos corresponde a una agenda de investigación planteada desde una perspectiva colaborativa de 10 temas: salud; alimentación, agricultura y biotecnología; tecnologías de la información y la comunicación; nanociencias, nanotecnologías, materiales y nuevas tecnologías de producción; energía; medio ambiente (incluido el cambio climático); transporte (incluida la aeronáutica); ciencias socioeconómicas y humanidades; seguridad; y el espacio.
Los tres módulos siguientes apuntan a consolidar la capacidad investigativa de la UE. El primero, con el nombre de Ideas, tiene como propósito desarrollar acciones de investigación en las fronteras del conocimiento. El segundo responde al nombre de Personas y busca, además de asegurar que los investigadores europeos permanezcan en el continente, que los mejores investigadores de todo el mundo se sientan atraídos por las excelentes condiciones e infraestructura de la investigación europea. Contempla este programa la movilidad de los investigadores como un componente vital para el intercambio y la transmisión de conocimiento entre los diferentes actores. El tercero, denominado Capacidades, apunta a la consolidación de una infraestructura de primera, para científicos de primera, bajo el concepto de regiones de conocimiento. En este modulo se incluye la cooperación internacional que en la actualidad involucra a más de 100 países de todo el mundo.
El quinto módulo del programa marco, que se soporta además en el programa especial de energía atómica de la UE, se ocupa de la investigación y formación en materia nuclear con el propósito de anticiparse a las necesidades energéticas del mañana.
Un ambicioso programa que busca aumentar la inversión en investigación y desarrollo hasta alcanzar el 3% del PIB de la UE antes del 2010 con el firme propósito de transformar al viejo continente en líder mundial en investigación. Un programa marco que llenándonos de envidia se convierte en un importante referente para nuestra más modesta agenda de investigación al 2019.

martes, marzo 20, 2007

Cocidos a fuego lento

Por: Félix Londoño G.
La Hoja de Medellín. Edición 293. Páginas 22-23. Marzo 2007.

El calentamiento global está pasando rápidamente de ser la preocupación primordial de unos pocos científicos a ser la ocupación conversacional de buena parte de la humanidad. En este caso no se trata simplemente de ‘ir del dicho al hecho’; es perentorio, ante todo, aceptar los hechos y actuar de manera urgente y responsable para salvar el planeta que habitamos. La evidencia, de tipo causa-efecto, señala que como resultado de la actividad humana se ha venido aumentando la emisión desaforada de dióxido de carbono que acumulado en la atmósfera forma una capa cada vez más densa que atrapa las radiaciones de onda larga emitidas por la superficie terrestre derivando en un aumento inusual de la temperatura en la atmósfera misma y en los océanos. Los expertos señalan que, según los registros, en los últimos 50 años la temperatura mundial promedio ha aumentado de manera inusitada y que además lo está haciendo de manera acelerada: los tres registros más altos son posteriores a 1998. Los signos son alarmantes: se señala que en los últimos 50 años la acumulación de nieve ha disminuido en un 60% y las temporadas invernales se han acortado en algunos lugares del planeta. El área del casco polar Ártico está disminuyendo de manera dramática. Desastres como los ocasionados por el huracán Katrina, tsunamis e inundaciones como los ocurridos en la zona del Asía-pacífico, y olas de calor en diversas regiones del globo son todos atribuidos al calentamiento del planeta.

Las investigaciones que sustentan el análisis no son recientes. Ya desde la década de 1950 se habían iniciado mediciones de CO2 en la atmósfera que en su momento encendieron las alarmas. En 1968, bajo la afiliación del denominado Club de Roma, varias personalidades académicas, científicas y políticas divulgaron diversos estudios en los que se señalaba la creciente preocupación por las modificaciones del entorno ambiental. En 1992, en el marco de lo que se conoció como la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, se suscribió la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) instrumento que se ratificaría como vinculante mediante el Protocolo de Kyoto del 11 de diciembre de 1997 con el cual los países industrializados se comprometieron a reducir en un 5,2% las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor el 16 de febrero de 2005, luego que fuera ratificado por Rusia el 18 de noviembre de 2004. Resulta paradójico que este protocolo no haya sido firmado ni por Estados Unidos ni por Australia, grandes contribuyentes de emisiones. Además, a la fecha, varios de sus principales signatarios han incumplido las metas propuestas en el mismo. Está claro que el tema ha alcanzado dimensiones políticas de orden internacional. El cuerpo multigubernamental y científico encargado de su análisis global es el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

Colombia ratificó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y es también signataria del Protocolo de Kyoto. En consecuencia ha venido desarrollando el correspondiente marco jurídico con la ley 164 de 1994 y las resoluciones 0453 y 0454 del 27 de abril de 2004. Con la primera resolución se adoptan los principios, requisitos y criterios, se establece el procedimiento para la aprobación nacional de proyectos de reducción de gases de efecto invernadero que optan al Mecanismo de Desarrollo Limpio – MDL. Con la segunda resolución se regula el funcionamiento del Comité Técnico Intersectorial de Mitigación del Cambio Climático del Consejo Nacional Ambiental. Para comenzar, una legislación suficiente que esperemos no exceda nuestra real capacidad de asegurar su cumplimiento.

En tanto crece la evidencia de la amenaza sobre el planeta, aumenta la toma de conciencia sobre el problema y se reclama con urgencia la participación de toda la humanidad para reversar la situación. No hace muchos años el tema recibía un tratamiento que lindaba en la frontera de la ficción. Películas como “El día después de mañana” (The day after tomorrow – 2004) dirigida por Roland Emmerich mostraban un final apocalíptico que en la temporalidad del celuloide nos parecía aún bastante distante en el tiempo. Recientemente el asunto toma la forma de documental científico para insistir en la gravedad de la situación. “La verdad incómoda” (An Inconvenient Truth - 2006) del Director Davis Guggenheim muestra a un hombre apasionado advirtiendo sobre lo que él llama la inminente “emergencia planetaria”: la humanidad sentada sobre una bomba de tiempo. Ese hombre apasionado es Al Gore, el ex-vicepresidente de los Estados Unidos quien concluye que “no podemos continuar viendo el calentamiento global como un tema político, sino más bien como el mayor reto moral al que se enfrenta nuestra civilización.” También insiste en que no es un asunto económico: “¿Para qué la economía en un escenario en el que deje de existir nuestro planeta?”

¿Qué hacer? Los escépticos señalan que en todo caso el clima ha cambiado de manera constante a lo largo de los últimos cientos de miles de años. Aunque los pronósticos, igual que nuestra existencia, puedan tener pies de barro, se trata de revaluar nuestra más íntima forma de sentir y de relacionarnos con nuestro entorno. A diferencia de la rana que al caer sobre una caldera salta inmediatamente fuera de ella, tal parece que nos hemos estado cocinando a fuego lento dentro de la misma, y tal vez aún no hemos querido aceptar que estamos próximos al punto de ebullición. Ahora que lo vamos confirmando, y sin poder saltar fuera de la caldera, no nos queda otra alternativa que buscar la manera de reducir el tamaño de la llama. Aquí aplica también la recomendación de pensar globalmente y actuar localmente. Lo primero es reconocer la dimensión del problema y, como ya se señaló, asumir el mayor reto moral al que se ha enfrentado nuestra civilización. Así como la ciencia es causante de la situación, por lo menos en parte, debemos hacer uso también de la ciencia para abordarlo. En últimas, la solución está en las manos de cada uno de nosotros. Podemos contribuir significativamente a sensibilizar a nuestros congéneres sobre la magnitud del problema y a que las naciones establezcan y hagan cumplir las leyes en pro de un uso más limpio, sobre todo, de los recursos energéticos. Cada ahorro personal en energía contribuye a la lucha contra el calentamiento global. Si no actuamos a tiempo, tal vez mañana sea demasiado tarde para evitar el pandemónium que ya se viene anunciando con las recientes catástrofes sufridas en diversos puntos del planeta. Si bien es cierto que la mayor responsabilidad del cambio global recae sobre las naciones desarrolladas, también es cierto que los países en vía de desarrollo en su tarea de equilibrar sus balanzas comerciales deforestan y contaminan sus fuentes de agua y el aire. Si el cambio climático es irreversible, entonces debemos adaptarnos a las nuevas condiciones haciendo uso de las mejores prácticas científicas y de planeación para minimizar sus efectos devastadores.

Memoria institucional

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13 Número 2644. pp. 31. 15 de marzo de 2007.


Hoy día, en el contexto de la sociedad del conocimiento, son cada vez más frecuentes las conversaciones en torno al tema del manejo de los activos intelectuales de una empresa. Desde la marca, pasando por todo su know how, hasta llegar a las patentes y los secretos industriales, la pregunta se torna recurrente: ¿cómo atesorar los bienes intelectuales institucionales?

Lo primero es aprehender y dimensionar en todo su alcance el valor del acervo intelectual con el que cuenta la empresa: todo el conjunto de bienes culturales y de conocimiento que ha acumulado la compañía a lo largo de su existencia. Vinculado a este concepto surge la pregunta por la memoria institucional mediante la cual se hace acopio regular de este patrimonio en el orden de lo no material. No podemos olvidar que parte de este caudal intelectual corresponde al conocimiento de los empleados de la entidad que tal vez el día de mañana no hagan parte de ella; y lo peor, que tal vez se encuentren del lado de la competencia.

Igual que sucede con los seres humanos de manera individual, la memoria institucional o corporativa bien puede responder a varios modos de ordenamiento. En el día a día nuestras empresas usualmente funcionan sobre la base de una memoria operativa o de corto plazo, normalmente en torno a los procedimientos establecidos en la rutina laboral. Ante las grandes decisiones deberíamos poder echar mano de la memoria institucional de largo plazo, de ese acervo intelectual y de experiencias pasadas que se ha ido construyendo a lo largo de los años. A veces resulta más valioso el conocimiento sobre los fracasos del ayer que el deslumbre que destella de los casos de éxito del presente.

Muy diversos son los retos que acarrea el mantenimiento de una buena y confiable memoria institucional. Buena, de calidad, en cuanto a su completitud, si se considera la dificultad ya señalada, a saber, la de que buena parte del conocimiento lo poseen y crean los empleados, y confiabilidad que demanda sofisticados mecanismos para su mantenimiento. De igual manera hay que atender retos como el de seguridad. ¿Cuáles son los criterios para diferenciar la información de uso corriente de la reservada y confidencial, y de paso determinar las diversas formas de acceso restringido, si fuera del caso, a la misma?

Hablando de conocimiento, alguien decía que si no está escrito no existe; hoy tal vez sea más apropiado señalar, con todos los riesgos de volatilidad asociados, que si no está digitalizado no existe. Organizaciones de tanto renombre como la NASA han iniciado ambiciosos proyectos de construcción de su memoria corporativa haciendo uso de herramientas digitales sofisticadas en torno a ideas tan sencillas como las de los mapas conceptuales.

Se trata por lo tanto de darle el valor y el manejo apropiados a nuestros activos más valiosos, los constituidos a partir del acervo intelectual de nuestras empresas que se constituye en el patrimonio, caudal, legado y capital que sustenta cada vez más el futuro de las mismas.

jueves, marzo 01, 2007

Método Grönholm: reflejo de la comedia empresarial

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13 Número 2632. pp. 31. 1 de marzo de 2007.

Por estos días se ha venido presentando en algunas carteleras nacionales la obra de teatro El método Grönholm. Esta comedia del autor barcelonés Jordi Galcerán se estrenó en Madrid y Barcelona en el 2003 y hoy es uno de los grandes éxitos teatrales internacionales, habiendo sido además adaptada al cine.
Se señala que la obra surgió a partir de una anécdota real: el encuentro en una papelera de unas notas hechas por un empleado del departamento de personal de una cadena de supermercados con las que calificaba a las posibles candidatas a un puesto de cajera. Los comentarios estaban llenos de frases machistas, xenófobas y crueles del tipo 'gorda', 'tetona', 'idiota', 'voz de pito', etc. Escudado en el poder de su cargo, que lo legitimaba, este empleado, en lugar de indagar por las reales competencias de las entrevistadas, se creía con derecho a emitir y a poner por escrito aquellas necedades sobre unas personas a las que no conocía.
La obra hace evidente que los mismos entrevistados, entrando en el juego de los entrevistadores, reaccionan y actúan emulando comportamientos y acciones, en ocasiones aceptando hasta la invasión de su propia privacidad, acordes con el imaginario que tienen de lo empresarialmente correcto que se espera de ellos.
Con la excusa de 'la selección de personal' la obra desnuda, a la manera de los reality de Gran Hermano o El Aprendiz, la escena ampliada de la realidad de nuestra comedia empresarial. Comedia en la que nuestra autenticidad laboral no intenta ser otra cosa que lo que aparentamos ser a través de una jerigonza en la que se difumina, tras de las cortinas del doble lenguaje, lo que realmente somos. Sabido es que la certeza la construimos en nuestras conversaciones diarias con el otro. Pero, ¿cuál es nuestra certeza? Como bien lo señala el autor de la obra, "nuestra auténtica identidad no le importa a nadie, quizás ni a nosotros mismos".

La obra muy bien puede entrar al catálogo de 'juegos empresariales' para ejercitarnos en la puesta en escena de la fábrica de empleados apropiados y aptos para el cumplimiento del deber. El juego siempre ha sido un referente humano de muy hondas raíces. Aquí se rebasa el límite de la ingenuidad: lo no convencional del método deriva en sorpresas. Entre realidad y ficción se desnudan fobias, mitos, creencias, valores, comportamientos, traumas y temores. A partir de pequeños detalles, y entre alucinaciones y tragedias, imposta la voz con la que se va armando el rompecabezas de la máscara. Máscara finamente elaborada con el tejido de nuestros implacables juicios. En el fondo aflora la pregunta sobre cómo y dónde trazar la línea entre lo que resulta realmente aceptable desde el punto de vista ético y moral; de manera muy especial en una sociedad como la nuestra que justo por estos días se encuentra abismada en el reflejo de su propia tragicomedia de valores.