martes, octubre 16, 2007

Sal

El Colombiano – Generación. Página 18. Domingo 14 de octubre de 2007.

Ordinariamente blanca, cristalina. Condimento universal, conservante de las carnes muertas. Crepitante en el fuego, abundante en el mar. Salmuera original. Acaso, más allá de la brisa y de las olas marinas, nuestra más lejana e íntima nostalgia abisal. Hijos del piélago, más de media humanidad revive en sus ojos el ingente ardor de la remota sal, rescoldo de lumbre primaveral. Un cada tanto volviendo los ojos al atávico pasado.

Otrora símbolo de prestigio, de valía mercantil. Se firmó con sal la alianza inviolable de Dios con su pueblo. Sal, sabiduría, que preserva de la corrupción, en el acto del bautismo. Sal de la Tierra llamó Jesús a sus apóstoles. En los siglos del bronce, sal en el comercio de Hallstatt. Camino de la sal, vía Salaria en Roma. La sal, salario en la paga de los soldados romanos. Penurias del desierto, espejismos indecibles, las inacabadas rutas de las caravanas en su búsqueda fatigosa. Marchó Gandhi hasta el lejano mar en pos de la sal, en pos de la libertad.

En la rutina de nuestros días, en la retina de nuestros ojos, sal de cocina, sal de mesa, sal común. En reducidos recipientes, sal para nuestros cuerpos. El trueque antiguo trastocado en intercambio de saleros y miradas a través de comedores y despensas. Sabor áspero en los labios. Sal en los huesos. Sal en la carne. Sal en la sangre. Y hasta en las lágrimas, el acre dejo que nos queda de la sal que mana herida. Sal de Inglaterra para la hinchazón. Sal de Manaure con amor. Día a día, tejiendo la vida con sal; toda nuestra inconmensurable y leve existencia transida por la sal.

Hay sal, gracejo, en el habla: agudeza y donaire. Hay sal en el ser: garbo y gracia. Muchas cosas son la sal de la vida. Hay en ellas sal y pimienta: chispa y picante. Hay también en la sal la mala suerte, desventura e infortunio. Se le hecha la sal a algo o a alguien. Palabras de aquelarre: ha de retornarse la sal prestada. En la huida de la desgracia se volvió estatua de sal la mujer de Lot al mirar irreverentemente atrás. Siembra de sal que arrasa en su castigo a los solares. Se vuelve toda ella una mar de sal la mujer asediada cuando entre dientes murmura: ese huevo quiere sal. Sal del habla que se vuelve comunión de sal.