miércoles, agosto 22, 2007

Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13. Número 2775. Pp. 30. 22 de agosto de 2007.

El pasado 20 de julio fue radicado, por la senadora Marta Lucia Ramírez y el representante a la Cámara Jaime Restrepo Cuartas, el proyecto de ley de Ciencia, Tecnología e Innovación. Este proyecto modificaría la Ley 29 de 1990 y propone establecer el marco jurídico para el desarrollo de la Sociedad del Conocimiento en Colombia, creando para ello el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; el Fondo Nacional de Financiamiento a la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, FONACyTI; y el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

La ley 29 de 1990 estableció disposiciones para el fomento de la investigación científica y el desarrollo tecnológico. Esta nueva propuesta de ley propende por la inserción de Colombia en la sociedad del conocimiento usando para ello el trampolín del desarrollo científico. Hay en ello una declaración de destino nacional que hace recordar las palabras que recientemente pronunciara el embajador de Corea en un acto público refiriéndose a los avances logrados por su país en los últimos 40 años: “… comprendimos que nos había dejado el tren de la revolución industrial y decidimos montarnos directamente en el tren de la revolución digital…”

Aún con todas sus limitaciones se le reconoce a Colciencias la labor desarrollada en el fomento de la investigación científica en Colombia, particularmente desde que se promulgara la Ley 29 de 1990. En el nuevo proyecto de ley se promueve Colciencias a la categoría de Ministerio. De hacerse realidad debería significar algo más que dotar con dientes a la estructura existente. Se trata de elevar al primer plano del nivel institucional, a un asunto de estado, a la ciencia, reconociendo el papel que ella juega en la construcción de sociedad. Tal vez entraría así la ciencia a ser también tema de los consejos comunitarios. Si hay alguna gran infraestructura que debiera inaugurarse con bombos y platillos debería ser la autopista de la ciencia, la que de verdad nos ha de llevar de manera segura a la sociedad del conocimiento.

Cuando se habla de estos temas siempre sale a colación el asunto de la plata. Éste también fue el talón de Aquiles en la Ley 29. Es por ello que este proyecto incluye la creación del Fondo Nacional de Financiamiento a la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, FONACyTI. Pero hay serías dudas sobre la real disponibilidad de los recursos en los términos planteados por el proyecto. Con o sin Ministerio, el país, incluyendo al sector privado, tiene que decidirse de una vez por todas a invertir de manera sostenida un porcentaje razonable del PIB en ciencia.

En el fondo el reto estriba en lograr la articulación de un verdadero Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. De manera similar a como el paso de la era agrícola a la revolución industrial significó transformar las unidades sociales de gestión y productivas, se requiere ajustar y crear las formas organizacionales apropiadas para ser competitivos en la sociedad del conocimiento.

jueves, agosto 16, 2007

Lo irresistible

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13. Número 2771. Pp. 30. 16 de agosto de 2007.

Como en un imán lo irresistible connota una doble polaridad: de atracción y de rechazo. Del lado negativo se aplica a lo insoportable o insufrible, a lo que resulta difícil de resistir por molesto y doloroso: ‘un dolor de cabeza irresistible’; también a lo que simplemente no nos gusta: ‘esa marca no me atrae’. Del lado positivo se aplica a lo que resulta de gran atractivo, a lo que nos seduce con su insoslayable encanto: ‘esa mujer me resulta irresistible’.

Enfoquémonos en el lado amable del asunto; hoy más que nunca queda claro que la tarea de las empresas es desarrollar productos y servicios que en un sentido positivo resulten irresistibles. Es la ley del consumo; basta mirarnos a nosotros mismos. La manera como vestimos y llenamos nuestros bolsillos, bolsos y espacios que habitamos de artilugios, artefactos y parafernalia es una muestra clara de cómo sucumbimos ante el magnetismo de las cosas.

Lo irresistible tiene su pegajosidad. Una suerte de adhesivo en el que confluyen múltiples componentes. Sin lugar a dudas que el precio es uno de ellos. En la mezcla también resulta infaltable la funcionalidad. Pero más allá de los ingredientes básicos otros elementos como su presentación resultan cada vez más determinantes a la hora de seleccionar un producto o servicio. Son decisivas la manera como somos atendidos y las sensaciones que experimentamos cuando nuestros cinco sentidos colapsan ante la atracción fatal de un determinado producto o servicio. No podemos resistirnos a la imponderable llama de las hormonas. Por ello el papel privilegiado y conclusivo que en ello juega el diseño. Por eso también se dice que más que desarrollar productos o servicios debemos pensar en proveer experiencias inolvidables.

Se trata de un asunto sutil. Un elemento clave en esta pegajosidad atrayente es la información, el mensaje que transmite el objeto o servicio bajo consideración. Hay que encontrar una manera potente de hacer que cada producto o servicio, en sus correspondientes contextos, comuniquen ese mensaje que los haga irresistibles. Un mensaje tal que al manar de ellos tenga la potencia de convertirse en información que viaje de boca en boca. Como lo señalan algunos autores: una vez en boca de unos cuantos consumidores apasionados la demanda por un determinado producto o servicio toma dimensiones epidémicas.

En el fondo lo irresistible es producto de la innovación. Lo que cambia se hace notable, visible, y muy atractivo si se lo logra en un sentido positivo. En muchas ocasiones es simplemente una deriva de pequeños cambios. Más ahora que con la globalización una pequeña innovación puede llegar a tener un mayor impacto allá afuera que en la cercanía. Sin lugar a dudas, y a tono con la definición, hoy resulta inútil e imposible oponer resistencia a la innovación, el componente esencial a la hora de crear nuevos productos y servicios, y sobre todo, experiencias irresistibles e inolvidables.

miércoles, agosto 08, 2007

Investigación en las empresas

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13. Número 2764. Pp. 30. 8 de agosto de 2007.


¿Sobre qué y cómo investigan las empresas? Es práctica común en ellas la investigación de mercados para analizar las tendencias en el consumo y poder así aprovechar las plazas más rentables para un determinado tipo de bien o servicio. En algunas, las más avanzadas, existen unidades completas de investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) con sus propias infraestructuras de recursos y laboratorios para efectuar avances en la mejora de sus bienes y en la creación de nuevas líneas de productos. Hay en el mundo empresas que se destacan, por ejemplo, por sus aportes a la creación de nuevo conocimiento mediante la producción de patentes. Existen también en algunas de ellas las unidades de inteligencia organizacional y de pensamiento estratégico dedicadas a avanzados ejercicios de prospectiva.

Así como en nuestro medio, en torno a las universidades, se han venido consolidando unas capacidades institucionales de hacer investigación, de igual manera cabe preguntar por la forma como las empresas han de crear y fortalecer sus sistemas de investigación e innovación. En múltiples foros se viene insistiendo en la conveniencia de un frente común fundado en una sólida alianza universidad-empresa-Estado. En particular quiero referirme a algunos elementos que en el eslabonamiento universidad-empresa podrían contribuir al fortalecimiento de esta capacidad de investigación empresarial.
Las empresas pueden aprovechar directamente la capacidad de generación de nuevo conocimiento de las universidades representada en sus grupos, centros, institutos e infraestructuras de investigación. Hay en ellas, además del conocimiento especializado que poseen sus investigadores con formación del más alto nivel, un acceso a recursos también de primera línea tales como: recursos bibliográficos sobre conocimiento de punta representado en publicaciones indexadas y acceso a bases de datos en línea; acceso y apoyo en la búsqueda de información en bancos de registros de patentes y demás información sobre recientes desarrollos; e infraestructuras de laboratorio dotados con equipos robustos de la más avanzada tecnología y debidamente certificados en sus condiciones requeridas de calibración.
En toda esta relación potencial en torno a la investigación prevalece el elemento humano; finalmente son las personas las que generan el nuevo conocimiento. ¿Cuántos doctores hay hoy día en las empresas colombianas dedicados a actividades de investigación? ¿Cuántos tendrían capacidad de vincularse en torno a ello en los próximos años? Sin lugar a dudas que por lo menos en el corto y aún en el mediano plazo la alternativa más viable para que las empresas avancen en el desarrollo de sus sistemas de investigación es hacerlo a través de alianzas estratégicas, en red, con los sistemas de investigación ya establecidos en las universidades; de paso considerando estratégicamente planes de formación avanzada para el recurso humano que más a mediano plazo deberá ir asumiendo directamente el quehacer investigativo dentro de cada empresa. No hay alternativa, cualquier entidad que mire a su competencia en los entornos internacionales podrá valorar cómo el conocimiento, fruto de la investigación avanzada, es la base primordial de su competitividad.

jueves, agosto 02, 2007

Grados de conciencia

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT
Portafolio. Año 13. Número 2759. Pp. 30. 2 de agosto de 2007.

Ante un mundo cada vez más cambiante toma mayor vigencia nuestra propia conciencia sobre las facultades con las que percibimos y actuamos en ese mundo al que en ocasiones, de manera errónea, nos referimos como un mundo exterior y fragmentado. En realidad, ya sea en el ámbito interior, exterior, empresarial, social o político, no hay nada más que un único mundo, cada vez más interconectado, en el que vivimos y nos desenvolvemos. ¿Con qué grados de conciencia transitamos por este mundo?

Se habla del estado de alerta, la del vigilante que no duerme, igual que búho con ojo avizor, atento, expectante y prevenido. Es la situación de máxima atención y vigilia. Hay que estar alerta a las señales del mercado, a los movimientos de la competencia, a las nubes de polvo que ya anuncian los tornados gestados en la ya no tan distante China.

Pero no basta estar despiertos. A la detección de las señales debe seguirle su análisis y raciocinio. Debe haber en ello viveza, agudeza mental y agilidad en la respuesta. Un conocimiento reflexivo de las cosas, de los hechos y de las señales percibidas. Se requiere para ello una verdadera intelección; una efectiva toma de conciencia más allá del marasmo al que a veces conduce el estado rutinario de la vigilia. Hay en la toma de conciencia un verdadero conocer, plenas facultades mentales y discernimiento que debidamente valorado deriva finalmente en acciones.

No en vano se dice que el que está consciente tiene capacidad para percibir, pensar y actuar; obra con conciencia, o sea sabiendo lo que hace y el valor y significado de ello. En la decisión sobre las acciones que se derivan de la toma de conciencia han de considerarse por lo tanto, de manera responsable, todas sus consecuencias. Es por ello que el reconocimiento y la aceptación de una determinada conducta se denominan conciencia, haciendo referencia al sentido inherente de lo bueno y lo malo que acarrean las acciones. En últimas se trata de la conciencia ética y moral hoy día tan reclamadas.

Se habla además de conciencia colectiva, término introducido por Émile Durkheim, para describir el carácter de una sociedad particular. ¿Cómo opera este concepto en los colectivos de las empresas? ¿Cuál es el carácter, en términos de conciencia colectiva, de cada una de las empresas en las que laboramos? Es un carácter que debe proyectarse aun inclusive por fuera de sus propios muros. La conciencia colectiva empresarial requiere, hoy más que nunca, ser puntal de esas otras conciencias colectivas que desafortunadamente se desgastan en el vox pópuli. Conciencia ambiental, conciencia política y responsabilidad social, entre otras.

Nuestros mundos personal, familiar, empresarial, político y social, cada vez más cambiantes, reclaman nuestra vigilante alerta y nuestra plena toma de conciencia. Haciendo eco a la historia de Diógenes de Sínope: hoy más que nunca necesitamos buscar nuestro destino, a plena luz del día, llevando en nuestras manos una lámpara encendida.