Soñé que los liberaban
Por: Félix Londoño G.
Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT
Portafolio. Año 14. Número 2927. Pp. 39. 25 de febrero de 2008.
Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT
Portafolio. Año 14. Número 2927. Pp. 39. 25 de febrero de 2008.
Anoche soñé que liberaban a todos los secuestrados. Absolutamente a todos. En mi sueño cruzaban un gran río. Llegaban, uno tras otro, con el agua hasta el cuello, a una de las orillas de aquella gran vertiente. Una fila india de cabezas se formaba en la distancia del agua. A pesar de las circunstancias, podía ver sus sonrisas asomando bajo las sombras que formaban las alas de los sombreros que protegían sus cabezas de los tórridos rayos del sol. Pensé que aquel río podría ser el gran Orinoco, pero en lo intrincado del sueño sentía estar contemplando el Ganges. Sí, en el sueño me sobrecogía algo tan ceremonioso como esos rituales de muerte y purificación que cuentan que a diario ocurren en este gran río sagrado; sólo que ahora se trataba del jubiloso regreso de los que contra su voluntad se estaban muriendo en vida.
En medio del sueño, cuando alternaba mi mirada sobre los mosaicos de sus rostros, sucedía algo extraño. En la superficie del agua, como en un juego de sombras, pasaba la película de lo que había sido su cautiverio. Y al alcanzar alguno de ellos la orilla, esa película me mostraba, en un desorbitado flash de imágenes, los cientos de rostros que como fantasmas circulan a diario en los medios, en las pantallas, en los periódicos, en las revistas, en las pancartas, en las vallas, en las camisetas, en la web… en fin, en toda esa multiplicidad de grafías, voces y palabras que hablan a diario de su ingente agonía. Un mosaico de rostros y vivencias que configuran, a la manera de un facebook, ese libro donde hoy se entronizan esas imágenes que denuncian la inhumanidad de su secuestro.
Mientras escribo, tomo conciencia de estar a dos días de cumplirse 20 días de haberse realizado la marcha en la que se escuchó, de manera clara y contundente, ese clamor nacional que, entre otras, reclamó la libertad de todos los secuestrados. ¿Cuántos días han de transcurrir para que se haga realidad este sueño nacional de libertad? ¿Cuántas marchas más hemos de realizar para erradicar el flagelo del secuestro? Es a veces, bajo la sombra simbólica de los sueños que la realidad nos va trazando su curso inexorable. Dicen que el mejor sueño es aquel que deriva en una verdadera y sentida apropiación de la realidad como resultado de esos extraños juegos de conciencia e inconciencia que ocurren en nuestro cerebro mientras dormimos.
¡Que extraña resulta ser la madeja de los sueños! En medio del río, montados en una barca, animaban esta marcha del agua Mahatma Gandhi y Martin Luther King. ¡Soñé que los liberaban! ¡Lo rígido de la prisión de sus cadenas se diluía en las fluidas aguas del río!
En medio del sueño, cuando alternaba mi mirada sobre los mosaicos de sus rostros, sucedía algo extraño. En la superficie del agua, como en un juego de sombras, pasaba la película de lo que había sido su cautiverio. Y al alcanzar alguno de ellos la orilla, esa película me mostraba, en un desorbitado flash de imágenes, los cientos de rostros que como fantasmas circulan a diario en los medios, en las pantallas, en los periódicos, en las revistas, en las pancartas, en las vallas, en las camisetas, en la web… en fin, en toda esa multiplicidad de grafías, voces y palabras que hablan a diario de su ingente agonía. Un mosaico de rostros y vivencias que configuran, a la manera de un facebook, ese libro donde hoy se entronizan esas imágenes que denuncian la inhumanidad de su secuestro.
Mientras escribo, tomo conciencia de estar a dos días de cumplirse 20 días de haberse realizado la marcha en la que se escuchó, de manera clara y contundente, ese clamor nacional que, entre otras, reclamó la libertad de todos los secuestrados. ¿Cuántos días han de transcurrir para que se haga realidad este sueño nacional de libertad? ¿Cuántas marchas más hemos de realizar para erradicar el flagelo del secuestro? Es a veces, bajo la sombra simbólica de los sueños que la realidad nos va trazando su curso inexorable. Dicen que el mejor sueño es aquel que deriva en una verdadera y sentida apropiación de la realidad como resultado de esos extraños juegos de conciencia e inconciencia que ocurren en nuestro cerebro mientras dormimos.
¡Que extraña resulta ser la madeja de los sueños! En medio del río, montados en una barca, animaban esta marcha del agua Mahatma Gandhi y Martin Luther King. ¡Soñé que los liberaban! ¡Lo rígido de la prisión de sus cadenas se diluía en las fluidas aguas del río!