lunes, febrero 25, 2008

Soñé que los liberaban

Por: Félix Londoño G.
Director de Investigación y Docencia, Universidad EAFIT

Portafolio. Año 14. Número 2927. Pp. 39. 25 de febrero de 2008.

Anoche soñé que liberaban a todos los secuestrados. Absolutamente a todos. En mi sueño cruzaban un gran río. Llegaban, uno tras otro, con el agua hasta el cuello, a una de las orillas de aquella gran vertiente. Una fila india de cabezas se formaba en la distancia del agua. A pesar de las circunstancias, podía ver sus sonrisas asomando bajo las sombras que formaban las alas de los sombreros que protegían sus cabezas de los tórridos rayos del sol. Pensé que aquel río podría ser el gran Orinoco, pero en lo intrincado del sueño sentía estar contemplando el Ganges. Sí, en el sueño me sobrecogía algo tan ceremonioso como esos rituales de muerte y purificación que cuentan que a diario ocurren en este gran río sagrado; sólo que ahora se trataba del jubiloso regreso de los que contra su voluntad se estaban muriendo en vida.

En medio del sueño, cuando alternaba mi mirada sobre los mosaicos de sus rostros, sucedía algo extraño. En la superficie del agua, como en un juego de sombras, pasaba la película de lo que había sido su cautiverio. Y al alcanzar alguno de ellos la orilla, esa película me mostraba, en un desorbitado flash de imágenes, los cientos de rostros que como fantasmas circulan a diario en los medios, en las pantallas, en los periódicos, en las revistas, en las pancartas, en las vallas, en las camisetas, en la web… en fin, en toda esa multiplicidad de grafías, voces y palabras que hablan a diario de su ingente agonía. Un mosaico de rostros y vivencias que configuran, a la manera de un facebook, ese libro donde hoy se entronizan esas imágenes que denuncian la inhumanidad de su secuestro.

Mientras escribo, tomo conciencia de estar a dos días de cumplirse 20 días de haberse realizado la marcha en la que se escuchó, de manera clara y contundente, ese clamor nacional que, entre otras, reclamó la libertad de todos los secuestrados. ¿Cuántos días han de transcurrir para que se haga realidad este sueño nacional de libertad? ¿Cuántas marchas más hemos de realizar para erradicar el flagelo del secuestro? Es a veces, bajo la sombra simbólica de los sueños que la realidad nos va trazando su curso inexorable. Dicen que el mejor sueño es aquel que deriva en una verdadera y sentida apropiación de la realidad como resultado de esos extraños juegos de conciencia e inconciencia que ocurren en nuestro cerebro mientras dormimos.

¡Que extraña resulta ser la madeja de los sueños! En medio del río, montados en una barca, animaban esta marcha del agua Mahatma Gandhi y Martin Luther King. ¡Soñé que los liberaban! ¡Lo rígido de la prisión de sus cadenas se diluía en las fluidas aguas del río!

viernes, febrero 15, 2008

Del Sentido y significado de problema

Por: Félix Londoño G., Director de Investigación y Docencia - Universidad EAFIT

Palabra & Obra - El mundo. Viernes 8 de febrero de 2008.

“El arte de construir un problema es muy importante:
antes de encontrar una solución, se inventa un problema,
una posición de problema.”
Deleuze y Parnet (1980).

Nos ocupa la investigación. Cuando hablamos de investigación ‘formativa’ nos preocupa en que forma podríamos lograr que en el aula cursen el asombro y la pregunta. ¿Cómo se instala en el otro el asombro que da curso a las preguntas fecundas? Cuando hablamos de investigación ‘en sentido estricto’ nos referimos a un punto de partida denominado problema. ¿Cómo y en que momento se instala o instalamos en nosotros el problema? El asombro, la pregunta y los problemas son inherentes al continuo devenir del ser humano y la reflexión, de la cual me ocuparé a continuación, estará centrada en el ‘significado’ o, quizás mejor, en el ‘sentido’ que connota la noción de problema, dado que como veremos, éste es quizás la esencia o motivo de nuestra existencia.

Surge la pregunta: ¿Qué es un problema? En un sentido general y práctico postularía que un problema no es nada más que una ruptura que tiene que afrontar un organismo en su ambiente. Ya decía Popper (1974) que los problemas prácticos surgen porque algo ha ido mal. Los problemas aparecen como esas rupturas permanentes que se dan en el proceso continuo de acomodo y desacomodo de los organismos en su continuo devenir. Para una elaboración de esta idea, es oportuno recurrir a la noción de ‘organización autopoiética’ de Maturana y Varela (1984). Bajo esta caracterización, los seres vivos están cada uno autocontenidos en una membrana conformada por bordes o límites a través de los cuales se da una relación dinámica, en una continua red de interacciones que dan como resultado una permanente realización y especificación de ellos mismos. En una unidad autopoiética el ser y el hacer son inseparables. Reducimos así la noción de problema a esas rupturas que percibe un organismo a través de su ‘membrana’ en esa permanente red de interacción, en un constante proceso de acomodo y desacomodo en su ambiente.

Se trata, bajo esta perspectiva, de un fenómeno biológico que da como resultado la realización de los seres vivos como unidades autónomas en un proceso continuo de ‘resolución’ de sus ‘rupturas’ en la red de interacciones en que participan. Se constituyen estas ‘rupturas’ o ‘problemas’ en el motor que genera el ser y el hacer de los seres vivos.

Ya lo planteaba Bergson, citado por Deleuze (1996): La noción de problema tiene sus raíces, más allá de la historia, en la vida misma o en el impulso vital: la vida se determina esencialmente en el acto de superar unos obstáculos, de plantear y de resolver un problema. La deconstrucción y reconstrucción del organismo se da en un perenne planteamiento de problemas y soluciones. La categoría de problema tiene una importancia biológica. También lo anotaba Popper (1974): La relación entre un problema ‘sentido’ (un problema práctico) y una solución es, sin embargo, una relación fundamental de biología. Las estructuras orgánicas y los problemas surgen juntos.

Siempre se ha planteado que en algún momento en la historia del origen del Universo se dieron las condiciones suficientes para la formación de la vida. En términos de Varela y Maturana (1984), en algún momento surgieron de forma inevitable los sistemas autopoiéticos. A partir de ese momento vital, la realidad se ha construido en esa conversación permanente que se da como una red de interacciones de los seres vivos. El árbol que veo a través de mi ventana es el resultado de una conversación que se ha sostenido en la naturaleza a lo largo de miles de millones de años en un proceso de resolución de los ‘problemas’ que han percibido los bordes o límites de las membranas de los seres vivos que la constituyen.

Esta perspectiva biológica es extensible al plano social y cultural. El mundo en el que viven los seres humanos, tolerable o intolerable, es un mundo construido como resultado de la red conversacional de orden social sostenida por los seres humanos a lo largo de miles de años entre ellos en y con la naturaleza. Cada una de esas interacciones atómicas se ha dado a partir de la noción de algo que en un momento determinado ha sido percibido como problema. Somos parte inherente de esa realidad pero, a su vez, dinámicamente relacionados a través de una sólida red de interacciones, cada uno produciéndonos permanentemente a nosotros mismos. Ya lo anotaba Deleuze (1996): la historia de los hombres, tanto desde el punto de vista de la teoría como de la práctica, es la historia de la constitución de problemas. En ella hacen los hombres su propia historia, y la toma de conciencia de esta actividad les conduce a la conquista de la libertad. Y desde un punto de vista práctico, es oportuno recordar la formula de Marx, citado por Deleuze (1996): la humanidad sólo se plantea los problemas que es capaz de resolver. La percepción de los problemas en nuestra propia realidad es un acto consciente cuyo descubrimiento y resolución conduce a una transformación, tal vez de manera irremediable, de nuestra propia realidad, quizás movidos en buena medida por ‘llamadas’ de supervivencia de la unidad organizacional autopoiética que somos en último término. En este acto consciente que hoy día se denomina investigación, el problema constituye en sí mismo una noción generativa. Popper (1974) plantea que la ciencia comienza con problemas y acaba con problemas: toda discusión científica comienza con un problema P1, al que ofrecemos algún tipo de solución tentativa – una teoría tentativa TT; esta teoría es entonces sometida a crítica en un intento de eliminación de error EE; y, como en el caso de la dialéctica, este proceso se renueva a sí mismo: la teoría y su revisión crítica dan lugar a nuevos problemas P2. Un continuo devenir del hombre transformando su propia realidad, siendo fiel a su caracterización como unidad autopoiética. Popper (1974) condensa así la discusión científica en el siguiente esquema:

P1 -> TT -> EE -> P2

La noción de problema tiene por lo menos un sentido biológico y social que es consecuente con su significado. Problema, del griego probállein ‘presentar, exponer, lanzar hacia delante’. El Problema es ese motor que ‘lanza hacia delante’ nuestra propia realidad en un proceso de transformación permanente que se suscita en esa red de interacciones conversacionales en las que estamos inmersos los seres vivos como seres biológicos y sociales.

Entonces, como sugiere Deleuze en su entrevista con Parnet (1980):

¿Y si nos pusiéramos en posición de problema?

Bibliografía

DELEUZE, Gilles. (1996). El Bergsonismo. Madrid, Ediciones Cátedra S.A. (2ª edición, 1996), pp. 12,13.


DELEUZE, Gilles y Claire Parnet (1980). Diálogos. Valencia, Pre-Textos. (2ª edición 1997), pp. 1.


MATURANA R. Humberto y Francisco Varela G. (1984). El árbol del conocimiento. Santiago de Chile, Editorial Universitaria (13ª edición, 1996), pp. 25-32.


POPPER, Karl. R. (1974). Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual. Madrid, Editorial Tecnos S.A. (3ª edición, 1994), pp. 177-179.