jueves, noviembre 30, 2006

Un interesante caso de creatividad

Por: Félix Londoño G.

Portafolio. Año 13 Número 2553. 29 de noviembre de 2006. Pp. 27.

Recientemente fue publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Eafit, en la colección académica 'empresarios eafitenses', el libro Skudmart: química con la muerte escrito por Jaime Andrés Espinal Ortiz. Es el primer texto de esta colección que busca, a través del registro de experiencias exitosas de empresarismo, motivar a los estudiantes con los procesos de innovación y de creación de nuevas empresas. Este libro relata de manera bastante amena, en el formato de novela, las peripecias que viven dos estudiantes de Ingeniería de Procesos de Eafit con motivo de la creación de su empresa 'Laboratorios Skudmart'.

La publicación es valiosa por el formato mismo. Ahora que escuchamos de manera recurrente sobre la importancia del empresarismo resulta bastante útil poder contar con un texto narrativo que da cuenta, con pelos y señales, del desarrollo de un caso real, desde el momento mismo en que surge la idea hasta que ésta se fragua como plan de negocio, como empresa, por parte de los dos jóvenes empresarios al frente del proyecto. Esta novela corta que aunque posiblemente con algo de ficción pueda que se la clasifique como literatura de urgencia, o de narrativa sin ficción, bien podría ser considerado un texto de referencia obligada en cuanto curso y taller se vine organizando por estos días en universidades y colegios en torno al tema del emprendimiento. También resulta ser una obra útil para un curso sobre metodología de la investigación. En el libro está plasmada la manera como surge el problema y la forma como en torno al mismo se va configurando el proyecto de la investigación que da luego paso al de la empresa. Subyace en su desarrollo la importancia del sustento del proceso investigativo a la hora de fundar el plan sólido de un nuevo emprendimiento.
En el transcurso de la obra cada peripecia es ilustradora de la realidad del proceso y del proyecto de nuevos emprendimientos tal como se viven hoy día impulsados, en buena medida, desde algunas universidades. El libro deriva de esa cadena de incidentes: los estudiantes que venden algo en el campus de su universidad para sostenerse económicamente; los que llevan en la sangre el virus de la inventiva; el sueño de graduarse con la claridad de no querer ser empleado de nadie; los aprovechados que quieren sacar ventaja del entusiasmo y la ingenuidad de los nuevos empresarios; la falta de conocimiento del mercado y de los conceptos asociados; el apoyo de familia, amigos y universidad; la participación en los promisorios, y a veces ilusorios, concursos de empresarismo; la protección de la marca, líos de propiedad intelectual; toderos y toreros en el negocio; una empresa siempre colgando de un hilo, en el umbral de la funeraria.

Al final, la moraleja. El hilo conductor de la trama del empresarismo que hace poco se señalaba en un editorial de este mismo diario, dándole el debido crédito al científico Pavlov: una adecuada combinación entre pasión y método. Esta es la tensión que se desarrolla en la historia. Altibajos permanentes de pasión mientras se va elaborando paso a paso el método, que en últimas gira en torno a una pregunta que de manera recurrente se hacen los protagonistas de la historia, y que constituye el quid de todo el asunto. ¿Al fin, qué es un plan de negocios?
El libro, con su formato narrativo, sencillo y entretenido, escrito por un joven para jóvenes empresarios, da cuenta paso a paso de lo que fue el desarrollo del plan de negocios de esta empresa, 'Laboratorios Skudmart', que en estos momentos ya está construyendo en Rosario, Argentina una planta de producción de una línea completa de productos fúnebres que posibilita que los cadáveres sean velados y enterrados con apariencia de 'recién muertos'.

martes, noviembre 21, 2006

Arras empresariales en ciencia, tecnología e innovación

Por: Félix Londoño G.
Portafolio. Año 13 Número 2546. 21 de noviembre de 2006. Pp. 28.
Hace ya un buen rato se viene insistiendo en la importancia que el tema de ciencia, tecnología e innovación tiene para el país. Mal que bien se ha señalado que su desarrollo es una responsabilidad de todos, colectivo que en últimas se reduce a los mismos tres actores de marras: universidad, empresa y Estado.

Como no es oportuno decir que 'todos tenemos velas en este entierro', porque lo que menos se quisiera es que un tema tan vital fuera sepultado, lo mejor sería hablar de nupcias a tres bandas, y en este caso cabría entonces preguntar, en lugar de velas, por las arras que cada uno de los desposados habría de aportar para tan ingente casamiento. En la cómoda posición de estar del otro lado de la mesa me atrevo a aventurar, a manera de preguntas, por las trece monedas que harían parte de las arras empresariales en el tema de ciencia, tecnología e innovación.
  1. Ha considerado su empresa el asunto de la ciencia, la tecnología y la innovación como estratégico?
  2. ¿Ha sido incluido el tema en la redacción de la misión, de la visión, o de los propósitos institucionales de su empresa?
  3. ¿Existe en ella una división o una unidad de investigación, desarrollo o innovación responsable del manejo del tema?
  4. ¿Cuántas personas con formación de doctorado hacen parte de esta unidad o división?
  5. ¿Participa su empresa, en alianza con el sector al que pertenece, en actividades conjuntas relacionadas con el desarrollo del tema?
  6. ¿Ha participado su empresa en el desarrollo de proyectos de investigación en alianza con grupos o centros de investigación de las universidades?
  7. ¿Qué tipos de investigación, en qué cantidad y con qué resultados se realizan anualmente en su empresa?
  8. ¿De qué manera se incorporan estos resultados en los procesos de desarrollo e innovación de nuevos productos y servicios?
  9. ¿Cómo se maneja el tema de propiedad intelectual en su empresa?
  10. ¿Cuántas patentes u otros registros de propiedad intelectual figuran a nombre de su empresa?
  11. ¿Aprovecha su empresa los incentivos tributarios y los fondos nacionales e internacionales disponibles para el desarrollo de actividades de investigación?
  12. ¿Se consultan en su empresa las revistas indexadas y las bases de datos especializadas relacionadas con los últimos avances de investigación en los temas del negocio?
  13. ¿Qué presupuesto anual dedica su empresa a actividades de investigación, desarrollo e innovación?

Como cualquier conjunto de preguntas, éste no aspira ni mucho menos a reclamar el estatuto de completo y acabado. Las preguntas podrían ser otras y su número diferente. Lo de trece resulta de la conveniencia del título y su desarrollo. En su conjunto tal vez se trate de una doble pregunta, latente hace ya un buen rato. Como empresarios, ¿cuál es realmente nuestro compromiso con el tema de ciencia, tecnología e innovación y qué tan conscientes somos de su importancia estratégica para el desarrollo de nuestros negocios y del país en su conjunto?

jueves, noviembre 16, 2006

Principio 'kiss'

Por: Félix Londoño G.

Portafolio. Año 13 Número 2542. 16 de noviembre de 2006. Pp. 28.

Alguna vez le escuché hablar a un profesor sobre este principio, nombrado con el acrónimo en inglés Kiss Keep it simple and stupid. Lo que en una traducción literal sería 'manténgalo simple y estúpido'. Se refería al desarrollo de aplicaciones informáticas e insistía en que éstas debían ser lo más sencillas posible, y que además, en términos coloquiales, debían ser a prueba de tontos. Queriendo significar, sin ningún sentido peyorativo, que cualquiera debería ser capaz de usarlas. Recuerdo que entonces utilizaba el ejemplo del desarrollo del procesador de palabras. Señalaba que era fácil de usar porque se había logrado una transición suave y natural, al computador, de la funcionalidad ya existente en la máquina de escribir. El principio kiss aplica igualmente a cualquier desarrollo tecnológico.

Son memorables las historias sobre las dificultades que tenemos usando cuanta parafernalia electrónica inunda hoy día nuestros hogares. ¿Cuántos sabemos utilizar la funcionalidad completa de cualquiera de estos aparatos?

El concepto que hay detrás de este principio también se puede trasladar al mundo organizacional. ¿Qué tan simples y fáciles de 'utilizar' son realmente los procesos que soportan nuestras organizaciones? La famosa reingeniería de procesos, bajo la forma de diversos ropajes, ha tocado en múltiples ocasiones las puertas empresariales. ¿La hemos realmente aprovechado? Sí, de manera muy especial, los procesos deberían ser los primeros en cumplir con el principio kiss.

El contar con procesos simples y elegantes, además de facilitar y hacer ágil y eficiente el diario quehacer empresarial, resulta ser una condición sine qua non para que a la hora de soportarlos con aplicaciones informáticas éstas a su vez puedan cumplir con el mismo principio.

Algo similar aplica para el sector público. Lo complicado resulta ser intrincado, embrollado, y usualmente abstruso y oscuro. Detrás de la tramitología forzosa se agazapa el fantasma de la burocracia y la corrupción. Como ciudadanos debemos atender día a día cientos de procedimientos que, irónicamente, sustentan el permanente fluir de la democracia. Bajo la falacia de que con nuevas leyes, procesos y procedimientos se puede disminuir la corrupción, día a día nos vemos abocados a una mayor y más tediosa tramitología 'democrática'.

Detrás de su maraña se escudan y hacen de las suyas los truculentos. Detrás de cada caso, un lío jurídico. Al final, nos vamos transformando en lo que alguien denominaba 'las sociedades del litigio'. Como en el caso de la tecnología, contrario a lo que se piensa, uno de los secretos de la innovación en el sentido amplio del término no consiste necesariamente en hacer las cosas más sofisticadas, en la mayoría de las ocasiones se trata simplemente de hacerlas más simples, a prueba de ciudadanos.

Así que el principio kiss, 'hágalo simple y a prueba de tontos', predicado y practicado en el campo tecnológico, es extensible a los dominios de nuestra vida empresarial y social. Hagamos la vida más simple, menos superflua y excesiva, a sabiendas de que al final la ganancia será la de su mayor disfrute. Como reza el dicho, lo bello y lo simple resulta doblemente hermoso. Doblemente hermoso en su esencia, la de hacer que las cosas que construimos encajen de manera bella, natural y transparente en este planeta al que fuimos arrojados.

Para cerrar, mi anhelo es que este texto les resulte simple, tan simple como sencillo termina siendo para mí la colocación de este punto final.

viernes, noviembre 03, 2006

Inteligencia intuitiva

Por: Félix Londoño G.
Portafolio. Año 13 Número 2531. 3 de noviembre de 2006. Pp. 28

Recientemente fue publicado en español, con el título de Inteligencia intuitiva: ¿por qué sabemos la verdad en dos segundos?, Blink: the power of thinking without thinking, escrito por Malcom Gladwell, reconocido escritor de The New Yorker, cuya primera edición fue realizada en el 2005 por Little, Brown Company en Estados Unidos. Blink traduce literalmente parpadear, pestañear, guiñar el ojo. En su forma sustantivada corresponde a guiño, pestañeo, parpadeo, centelleo o destello. El autor presenta su libro señalando que Blink tiene que ver con el contenido y el origen de esas impresiones y conclusiones instantáneas, de destello, que brotan de manera espontánea, casi que mientras parpadeamos, cuando conocemos nuevas personas, cuando nos vemos confrontados con situaciones complejas o cuando tenemos que tomar decisiones bajo condiciones de estrés.
Tres son, a modo de hipótesis, los argumentos que el autor desarrolla apoyándose en variados y bien documentados ejemplos que se inician con el caso de la compra de una estatua de mármol supuestamente original y que, luego de considerar múltiples situaciones como la de la Guerra del Golfo y de algunos ejemplos de mercadeo, entre otros, cierran al final del libro con el caso de las audiciones a ciegas para efectuar nuevas vinculaciones femeninas en las orquestas. El primer argumento es que las decisiones tomadas con rapidez pueden ser tan buenas como las decisiones que se toman con precaución y de manera deliberada. El segundo argumento señala que nuestro inconsciente es una fuerza fundamental y determinante a la hora de tomar nuestras determinaciones. ¡Pero es bastante falible y en más de una ocasión terminamos equivocándonos! ¿Cuándo y en qué circunstancias confiar en nuestros instintos? ¿Cuándo desconfiar y ser cautelosos con su uso? El tercer argumento señala que estamos en capacidad de educar y controlar el manejo de esas primeras impresiones y juicios instantáneos que son fruto de nuestros instintos.
A lo largo del texto, con cada caso en el que va sustentando el desarrollo de sus argumentos, el autor nos revela que la toma exitosa de decisiones, más que basarse en grandes cantidades de información o en el empleo generoso del tiempo deliberando en torno a esta información, se basa en la capacidad de filtrar y seleccionar de manera acertada aquellos factores determinantes en medio de la abrumante y agobiante cantidad de variables con las que usualmente nos enfrentamos a la hora de concretar nuestras resoluciones. Así que, efectivamente ocurre que en muchas ocasiones hay tanto valor en aquellas decisiones que tomamos mientras nuestros ojos parpadean que en aquellas que realizamos luego de meses de exhaustivo análisis racional.
La clave, en línea con lo señalado por el autor, es desarrollar la capacidad de leer y censar rápidamente, a lo Sherlock Holmes, esos pequeños pero significativos y contundentes detalles que están ahí presentes para ser observados y detectados con ojo de águila y con olfato de zorro. Consiste también en desarrollar una capacidad de dominio y control de la situación en que nos encontramos a la hora de tomar esas determinaciones más apremiantes. Bien lo ilustra el autor al referirse a ese 'sentido de la cancha' que desarrollan los basquetbolistas, al 'sentido del campo enemigo' que despliegan algunos militares experimentados o al 'olfato del mercado' que enriquece a los corredores de bolsa.
El libro hace evidente la importancia del elemento humano. Finalmente, las resoluciones son humanas, y cuando las tomamos en casi todas ellas intervienen otras personas, o tienen que ver con nuestros congéneres. Debemos escuchar y observar con atención no solamente a las otras personas sino igualmente a nosotros mismos. En este sentido, el libro indica la importancia de la frugalidad al atender y entender las emociones reflejadas en las caras de esas personas y en nuestra propia humanidad. Señala el autor que nuestro sistema expresivo voluntario es la manera como intencionalmente mostramos nuestras emociones pero nuestro sistema expresivo involuntario refleja la verdad auténtica de nuestros sentimientos. Así que debemos estar atentos tanto a nuestro lenguaje consciente como al verbo que se manifiesta sutilmente, de manera corporal, a través de nuestro lenguaje inconsciente. El ser capaces de hacer estas distinciones finas y delicadas entre lo que es deliberado y lo que corresponde al instinto marca la diferencia a la hora de tomar buenas y exitosas decisiones. Este aspecto humano es el que explica precisamente el que en ocasiones tengamos dificultades justificando de manera racional la manera como tomamos ciertas decisiones. Con frecuencia saltamos de manera rápida al estrado tratando de explicar situaciones para las que realmente no tenemos otro motivo que la actitud que se deriva del reflejo de nuestro inconsciente.

Blink es sobre el poder de pensar, de tomar decisiones sin pensarlo, en muchas ocasiones ante la inminente urgencia, mientras ocurre ese parpadeo en nuestros ojos, que igual que puede convertirse en el centelleo que transforme de manera definitiva y favorable nuestras vidas, también podría convertirse en el destello fatal que partiendo de un arma de fuego acabara con ellas.