viernes, noviembre 06, 2009

Lo bueno, lo malo y lo feo

El Colombiano. Viernes 6 de noviembre de 2009.

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es la obligación que tiene una empresa o entidad de considerar los efectos e implicaciones de sus acciones en lo social, económico y ambiental sobre los diferentes grupos con los que se relaciona y sobre todo su entorno de influencia.

Inherente y muy propio de su quehacer social, los medios de comunicación, además de su compromiso con la verdad, tienen una gran responsabilidad en términos de las consecuencias, sobre todo sociales, de su acto comunicativo. La realidad se transforma desde la conversación; desde la comunicación. La sociedad se construye desde la palabra. Esta responsabilidad toma hoy dimensiones incalculables, y en ocasiones imprevistas, toda vez que su entorno de influencia es ahora cada vez más global y el ciudadano de a pie tiene cada vez mayores posibilidades de ser parte de ese control de los medios. Siendo la razón muy simple. Los medios están cada vez más imbricados a través de los circuitos y espacios en las redes sociales.

A guisa de ejemplo el debate en boca del vulgo y que ya se ha instalado en el espacio social de Facebook. Las narco-series en el horario prime time, franja familiar, de la televisión colombiana. Más allá de hacer plata, ¿cuál es la responsabilidad social de estas series? ¿Cómo valorar o desvalorizar este intangible comunicativo? ¿Una manera de propiciar una catarsis colectiva, escudados en el clásico referente del drama griego? Se habla de una legitimación de la cultura mafiosa reafirmando antivalores, entre otros, como el del dinero fácil, el poder de las armas, la mujer como mercancía y el irrespeto por la vida.

Enlatados que venden a granel, y cuyo mercado internacional está más que garantizado. Como en las películas, con sus corto-clips CNN ya les está adelantando el trabajo de mercadeo. Basta con ver, entre otros, “El amor en la jaula de oro de los narcos” y los “Narco-submarinos colombianos”. O bien nadie sabe para quién trabaja, o la red es la red. A propósito de los gajes del lenguaje, el prefijo narco se está valorizando en los registros de las academias de la lengua. Tal vez sea que tengamos en nuestras manos una oportunidad de oro, muy por encima del costo social. Suministrar contenidos para suplir el mercado de la otrora tan pujante industria de las películas del viejo oeste americano.

El asunto, en todo caso, tiene todos los tintes de uno de estos clásicos protagonizado por Clint Eastwood. Tanto de bueno, de malo y de feo como los responsables de las series asuman su obligación de considerar los efectos e implicaciones que las mismas tienen en el proceso de construcción del tejido social colombiano al mirarnos en el espejo de nuestra propia realidad; espejo de múltiples reflejos expuestos a las miradas del afuera.

viernes, octubre 09, 2009

Los tiempos del Nobel

El Colombiano. Jueves 8 de octubre de 2009

Por estos días se deciden cada año las nuevas designaciones de los Premios Nobel. Tomemos por caso el de medicina, otorgado el pasado lunes 5 de octubre a tres biólogos estadounidenses – Elizabeth Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak- por sus investigaciones sobre la telomerasa, una enzima directamente relacionada con los cromosomas del envejecimiento, y que en los términos alquimistas de la búsqueda del elixir de la eterna juventud revive en pleno siglo XXI el mito de la inmortalidad.

Más allá del folclor alquimista que pueda desatarse con el tema, estas investigaciones revelan tener una importancia especial en los trabajos actuales que buscan prevenir la expansión de células cancerosas. Aunque, tal como lo declaran los investigadores, no hay medicamentos o tratamientos en el horizonte cercano, las compañías farmacéuticas siguen su trabajo de cerca con miras a la posible explotación comercial de estos resultados.
Escuchando una entrevista con los investigadores llaman la atención algunas de las observaciones hechas sobre el marco de tiempo en el que se ha desatado este reconocimiento. Las edades de estos tres investigadores están entre 48 y 61 años. El premio lo reciben por un trabajo iniciado hace ya más de 25 años, y su aplicación práctica no es todavía una realidad. En palabras de uno de los investigadores lo que el premio destaca es el reconocimiento a la importancia de la investigación básica que puede desembocar muchos años más tarde en aplicaciones prácticas. Una muestra de cómo funcionan, en general, para la academia que otorga el premio lo que bien podría denominarse ‘los tiempos del Nobel’. Valga señalar que esta distinción corresponde al 100º galardón de Medicina.
Algo parecido, con referencia a esta hipótesis de los tiempos, ocurrió con el único Premio Nobel, en la categoría de literatura, que ha recibido Colombia en cabeza de Gabriel García Márquez. Nacido en 1927, Gabo fue premiado en 1982, a sus 55 años de edad, en reconocimiento especial a su obra maestra Cien años de soledad publicada en 1967. Una obra que vio la luz 15 años antes del galardón, pero que realmente comenzó a ser concebida por su autor varios años más atrás en el tiempo.
El mensaje es que para lograr éste tipo de reconocimientos del más alto nivel hay que tener presente que la inversión debe ser de largo plazo, cronometrada por un reloj cuyos punteros marcan décadas y años. No hay porque descartar el que Colombia obtenga algún día un Premio Nobel en alguna de las categorías de ciencias. Para ello se requiere avizorar un horizonte con un sólido sistema de ciencia, tecnología e innovación; y, sobre todo, con un robusto sistema de educación que posea un compas propio según se requiere para estar en sincronía con ´los tiempos del Nobel’.

Una vecindad que se transforma

Gente Envigado - septiembre 26 de 2009
Avecindado en la Loma del Escobero por algo más de 15 años, percibía entonces en esta vía un aire de pasado. Una carretera sin salida que en los altos era camino de arriería, y por donde aún transitaban ejemplares de la flota cagajón. Restos de fondas montañeras a lado y lado de la calle resistiéndose a lo imperioso del pavimento. Más arriba un pequeño monasterio incrustado entre neblinas.

El presente trajo sus cambios. La calle se transformó en arteria con salida hacia el Retiro. En el orden natural de las metamorfosis el convento se volvió colegio. Curiosamente, y como mata de escoba que retoña, también aparecieron otras instituciones educativas en la vía. Multiplicidad de guarderías, escuelas y colegios. La educación como insignia alternando entre campiñas y entre las sombras de las fondas.
El futuro es caprichoso. El tráfico vehicular es como un río que moldea sus vertientes. Las instituciones educativas han ido cediendo su espacio a sitios de esparcimiento. A lado y lado de la vía estaderos que en las noches acallan su silencio. Ahí están los referentes del mañana. ¿Una vía como las Palmas? ¿Cuánto más nos queda de vecindad?

jueves, junio 11, 2009

¿Cuánta ciencia, y cuántos científicos?

Portafolio. Número 3308. Miércoles 3 de junio de 2009.

Durante los días 2 y 3 de junio tendrá lugar en Bogotá, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, el Foro Internacional de Investigación que busca promover la innovación como foco de desarrollo. Lo de internacional por contar con algunos connotados conferenciantes del exterior. Las temáticas no podían ser más nacionales, y más coyunturales para el destino de la patria. Organizado conjuntamente por el Ministerio de Educación Nacional y por el recién creado Departamento Administrativo Colciencias, el foro busca ahondar en los siguientes temas: implicaciones de la recién aprobada Ley de Ciencia y Tecnología en el contexto de la Educación Superior; alcance de la Investigación en los distintos niveles de formación de la Educación Superior; y política de formación de recurso humano altamente calificado.

Ciencia y educación, común denominadores sobre los que se habla una y otra vez al referirse a lo que siempre se concluye ha sido el elixir esencial, el conocimiento, en aquellos países que han logrado encaminarse por las vías del desarrollo. Para ello el Foro tomará como punto de partida los siguientes referentes en el marco normativo y de institucionalidad en los que actualmente se funda el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación: CONPES 3527 de 2008 sobre Política Nacional de Competitividad y Productividad; Ley 1188 de 2008 por la cual se regula el registro calificado de programas de educación superior; Ley 1286 de 2009 por la cual se modifica la ley 29 de 1990, se transforma a Colciencias en Departamento Administrativo, se fortalece el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en Colombia y de dictan otras disposiciones; y CONPES 3582-2009 de Política Nacional de Competitividad y Productividad.

De manera concreta, el foro se enfoca en la amalgama de su alquimia, aprendizaje e investigación en el contexto de la Educación Superior como punta de lanza del sistema. El trasfondo, la construcción de una capacidad nacional de hacer investigación e innovación del más alto nivel. En dos palabras, recursos y gente. Capacidades en lo fundamental. Músculo financiero y recurso humano altamente calificado. Hay otro elemento: el empoderamiento de esas capacidades desde el ámbito de acción regional y desde los diferentes actores, incluido el empresarial. Es por ello que el Foro tiene prevista la realización de los siguientes talleres: Funcionamiento del Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, Fondo Francisco José de Caldas; Financiación de las regiones y del sector privado; Experiencias y necesidades de formación avanzada, diversas perspectivas; y Experiencias internacionales de Programas de Formación.

Así cómo desde la ficción alguien preguntaba, ¿cuánta tierra necesita un hombre?; desde nuestra propia realidad es perentorio preguntar, ¿cuánta ciencia y cuántos científicos requiere un país? Igual que la respuesta ficcional a la primera pregunta es ‘tanta como su estatura’; la respuesta real a la segunda pregunta es ‘tanta como su grandeza’.

sábado, mayo 30, 2009

Sensación de residencia

Gente Envigado - Mayo 30 de 2009

¿Qué sientes viviendo en Envigado? Cada quien con su respuesta. Mi tío Manuel, quien creció por los lados de las lomas, me dijo que lo inundaba una honda sensación de residencia. Es una ciudad, es un pueblo, parece un barrio. Lastima lo de unos cuantos lunares, algunos edificios que le han cortado espacio al aire. Remató.

Cierta atmósfera de antaño en su perímetro urbano. Cierto ruralismo. Escuela, iglesia, hospital. Fonda, cantina, bar. Otraparte. Cuánto comercio de lado y lado del marco de la plaza; quién lo creyera. Casas viejas atesorando sus recuerdos. Transeúntes calle arriba y calle abajo con su semblante de entrecortados pensamientos. Sí, ciudad que marca el tic tac de nuestras vidas.

Las pequeñas cosas del día a día, acrecentando ese profundo sentido de la estancia. Buñuelos y empanadas a la vuelta de la esquina. Tamales y morcilla calle abajo. Caminantes de domingo. Un conversar tranquilo entre vecinos. Un ver pasar la vida en el marco de la plaza. Transcurso cotidiano entretejido en la ya difuminada frontera humana de lo urbano.

lunes, abril 06, 2009

Familias digitales: todo tan cerca y tan lejos.

Gente de El Poblado - abril 4 de 2009

¿Cuántos computadores, celulares, consolas de juego, cámaras, y demás, en el hogar? ¿Cuánta otra parafernalia digital? El abuelo no entiende, el nieto se regodea, los padres debaten y se acomodan. Una profunda reconfiguración social desde su núcleo, el de la familia, ahora extendida, expandida, distorsionada, por cuenta de la red, por cuenta de tanto apéndice digital.

Un nuevo ancho de banda, y multicanal, para las conversaciones e interacciones familiares. La puerta de atrás de la casa es ahora digital y comunica en directo con el patio virtual a través de las redes sociales de moda: Facebook, Myspace, Second Life, entre muchas tantas. El álbum de fotografías en la red. La ropa sucia en su versión digital.

Conversaciones extendidas, horarios expandidos, relaciones imbricadas, intrincadas. Nuevas aleaciones sociales. Todo tan cerca y tan lejos: el colegio virtual, la universidad planetaria, la oficina extrapolada, la iglesia y el gobierno en casa. Nuevas amalgamas conversacionales. De la convergencia en el espejo digital a la divergencia familiar, digitalizada.

lunes, febrero 23, 2009

China: del pasado de Beijing al futuro de Shanghái

El Colombiano - Generación. Domingo 22 de febrero de 2009.

En su tránsito por estas dos ciudades chinas el viajante podría preguntarse por lo que siglos atrás contemplaran los ojos de Marco Polo al recorrer estas comarcas. Cómo no pensar, así mismo, en las ciudades inventadas, las de “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino. Ficciones de una realidad que imprime sus huellas en la retina del viajero.

Te aproximas a Beijing con lo abarcador de la mirada desde el aire en una tarde cerrada de finales de otoño. Tu ojo aguza tras una de las ventanillas del fuselaje. Entre la bruma, detrás de ese gris de fría estación, que tal vez tenga un tanto de artificial debido a la contaminación, asoma la imponencia de los rascacielos. La ciudad parece una gran colmena; cada edificio una retícula a lo largo y ancho del panal. Desciendes a la realidad del pavimento y sientes el abrazo de la intricada red de autopistas, calles y avenidas. La ciudad envuelta en su propia red de venas y ventosas. Asciendes de nuevo, a los altos de tu hotel, y a través de la ventana escuchas el ruido de una cascada. Abajo los ojos te revelan el tráfico intermitente en una de las autopistas.

Al despertar te espera la ciudad con esos secretos que esconde en el vientre de sus moles de cemento. Un rico universo de contrastes. En un primer plano, adornando la ciudad moderna, lo reciente de la ciudadela olímpica. Más allá, en lo profundo de los muros, palpitante al corazón, la ciudad del pasado. Pinceladas con techos de pagodas. El rojo por doquier. La ciudad prohibida, El Templo del Cielo, El Palacio de Verano y muchos otros tantos rastros que hablan de un pasado milenario en el que igual se siente una mezcla de gloria y de tragedia. En sus alrededores, sobreviviendo a la voracidad de la ciudad moderna, los últimos vestigios de lo que hasta no hace más de cien años fuera la aldea feudal, la de los barrios tradicionales de los Hutones, también con siglos de historia entre sus muros. En las casuchas de techos bajos por entre callejones estrechos se siente que habita la nostalgia. En la distancia, serpenteando en las colinas, como un camino que señala hacia la realidad de sus regiones, La Gran Muralla China, donde las emotivas lágrimas de algunos visitantes parecieran querer mezclarse con las vertientes de la sangre en ellas derramada.

En el vuelo local de Beijing a Shanghái te preguntas si has errado de avión; te sientes en un itinerario internacional. Un tráfico intenso entre estas dos ciudades que al unísono configuran los ventrículos del corazón palpitante de la China moderna. Al sobrevolar tu nuevo destino completas la metáfora del panal de Beijing. Shanghái es la ciudad jardín. Tu vista se solaza con ese paisaje artificial de rascacielos coronados de formas diversas que se asemejan a las flores. Sépalos, pétalos, corolas y pistilos adornan las altas cumbres de unas estructuras que en sí mismas se han revelado a la tradicional geometría de la linealidad incólume. Te cuentan que la ciudad tiene por lo menos 5000 rascacielos y que para Expo 2010-Shanghái se están construyendo ahora mismo por lo menos otras 2000 estructuras. Casi a 500 metros de altura, desde el observatorio de la torre más alta de la ciudad, deseas la cercanía de una mujer para espantar la fantasmagórica sensación que te sobrecoge de que algún día la superficie de la tierra pueda llegar a estar totalmente cubierta de construcciones. Escapando al espejismo detienes tu mirada en el río Huangpu. El pesado tráfico de barcos cargados de contenedores te hace comprender que efectivamente Shanghái, la bien nombrada Perla del Oriente, es una de esas ciudades polinizadoras donde hoy se cosecha la miel de la economía. Te preguntas por el origen de tanta bonanza. Muy dentro de las grandes ciudades Chinas, de las que Beijing y Shanghái son el referente, bullen los nuevos modelos de las unidades de producción en la sociedad del conocimiento. Una compleja y sofisticada red de parques de investigación e innovación que hoy mismo están incubando los más avanzados desarrollos tecnológicos.

Las ciudades las constituyen finalmente sus gentes con sus pieles y sus hábitos. ¿Casi 18 millones de personas en Beijing? ¿Por la frontera de los 20 en Shanghái? Como abejas llevando miel al panal. Bajo tierra en las líneas del Subway. Ríos de vehículos en las vías enfrascados en complejos protocolos de tránsito. Aún sobreviven las nubes de bicicletas, pero las marcadas señales de su edad anuncian que es sólo cuestión de tiempo para que también sean engullidas por la sed de la velocidad, por las demandas de una vida cada vez más agitada. Seres humanos calle arriba y calle abajo escupiendo sus ciudades. Las ropas secándose al sol en esos mosaicos de miríadas de ventanas que configuran el paisaje de los edificios de viviendas. Caricias, masajes y acupuntura al menudeo. El agitado regateo en los mercados de la seda. Muy dentro de sus casas, y en los restaurantes, se cuecen especias milenarias. Culinaria ancestral. Una rica mezcla de colores, sabores y olores que en ocasiones batallan con los olores a cloaca que se levantan del subsuelo. Toda una historia cargada de mitos y leyendas que se adorna y complementa con ritos como los de la bebida del té. Es entre ritos y protocolos cuando aflora esa espiritualidad y trascendencia que el viajante confirma en los templos, pero que siente latente en el aire de estas ciudades, y en el pálpito que parece transpirar de la humanidad que las habita. Llegas a dudar si allí, como parte de su lenguaje humano, lo armonioso hubiera sido anterior a lo amoroso. Tomas entonces conciencia de que aquí también, y a pesar de las torres de babel que se levantan en estas ciudades, todo pareciera estar anclado en el lenguaje. Un lenguaje bastante ajeno a Occidente pero que con sus trazos pareciera estar perfilando, desde el pasado de Beijing al futuro de Shanghái, su caligrafía del porvenir.

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La educación en perspectiva

Gente de El Poblado – domingo 8 de febrero de 2009

¿Cómo serán nuestra ciudad, nuestra sociedad en el 2050? Podríamos replicar con otra pregunta. ¿Qué de lo que hoy hacemos será lo más determinante para este futurible que tenemos ya rondando la esquina en los años de vejez de muchos de nosotros?

Mi hipótesis es que el mapa del 2050 dependerá de lo que hoy hagamos por nuestro sistema educativo. La infancia nacida entre finales del siglo pasado y la primera década del XXI tendrá bajo sus riendas el protagonismo de la ciudad y de su entorno a mitad de camino de esta centuria.

Esta hipótesis me recuerda el bello libro de Robert Fulghum “All I Really Need to Know I Learned in Kindergarten.” Dice el autor que lo fundamental que necesitamos saber de grandes lo aprendemos en la primera infancia: a compartir los juguetes, a ser justos en los juegos, a no pegarle a la gente, y, entre otras muchas, a organizar nuestro propio desorden.

Naturalmente que el resto del sistema educativo es más que necesario. Sin embargo, hay que avanzar en lo esencial. En los próximos cuarenta años, siguiendo los razonamientos de Fulghum, los hoy niños estarán extrapolando sus aprendizajes, aplicándolos a la familia, al trabajo, en el gobierno, y a la construcción de ese mapa ciudadano del 2050.

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jueves, noviembre 20, 2008

China, la nueva meca

Portafolio. Número 3153. Jueves 20 de noviembre de 2008.

Los primeros referentes mentales que tuve sobre este país eran los de los libros de historia con sus relatos sobre los viajes de Marco Polo, y los de la búsqueda de una nueva ruta de las especias que llevó a Cristobal Colón a descubrir América. Todo ello enmarcado en un imaginario ensoñador de dinastías milenarias en reinos con exóticos territorios poblados de dragones. Mucho más cerca en el presente una abundante folletinesca encarnada que, condensada en El Pequeño Libro Rojo de Mao, nos hablaba de grandes revoluciones. En el día a día de la calle lo que finalmente observaba era la creciente aparición en los mercados de baratijas en las que podía leerse ‘made in china’.

Como estudiante tuve la oportunidad de compartir vivienda con algunos chinos. Un acercamiento a sus costumbres y a lo sofisticada que puede ser la culinaria, más allá de ese otro referente que también hemos tenido sobre la comida que nos venden en el restaurante rojo de la esquina. También me llegó en su momento algo de literatura, de emigrantes y de exiliados. Entre otros, Amy Tan con obras como “El Club de la Buena Estrella” y “La Esposa del Dios del Fuego” y el Nobel del año 2000 Gao Xingjian con libros como “El libro de un hombre solo” y “La montaña del alma”. Mensajes encontrados que se repiten en el tiempo. Contrastan los sucesos de Tiannamen con lo que escuchaba, por ejemplo, sobre el desarrollo en este país de los más avanzados Parques Tecnológicos. En el fondo una nueva realidad, la de un nuevo poder económico anunciándose con pasos y sombras de animal grande. Realidad que justo este año ha sido anunciada planetariamente con el gran despliegue de los Juegos Olímpicos.

Los sueños cambian. También los nuevos destinos, según se alinean los atrayentes ejes del poder. Roma, Bagdad, Londres, Paris, Moscú, Hong Kong, y otras tantas capitales han tenido en su momento su gran cuarto de hora de imantación. La china vuelve a ser meca en este siglo XXI. Y no exactamente por lo de destino turístico. La otrora ruta de la seda se está convirtiendo hoy en un itinerario de tecnologías y de comercio, siendo Beijing y Shanghái los principales nodos en este circuito. Un país con una de las mayores poblaciones de consumo potencial, y por lo tanto soñado como destino para grandes exportaciones. Un lugar para aprender sobre procesos acelerados de innovación y para apropiar nuevas y sofisticadas tecnologías. En fin, un destino sobre el que los nuevos empresarios y comerciantes del mundo están volcando sus miradas mientras imaginan nuevos mercados y fuentes de divisas. Valga esta breve e incompleta evocación sobre un país al que veo que cada vez viajan con más frecuencia muchos coterráneos.